Por: Wellington Melo
La arquitecta Risoris Silvestre, profesora de Historia de la Arquitectura en nuestra Universidad, analizó las variables que determinan el espacio, los materiales y la ornamentación en las viviendas de la Ciudad Colonial de Santo Domingo durante el periodo 1795-1930, según las condiciones económicas y sociales de los diferentes usuarios.
La Zona Colonial figura en la historia como la primera ciudad fundada por los colonizadores europeos en América, por lo que es la parte más antigua de la Ciudad de Santo Domingo. Sus impresionantes monumentos, fortalezas, iglesias, callejones, ruinas, calles de piedras, y las imponentes casas de renombrados personajes coloniales, convierten al Centro Histórico en el punto de referencia del área del Caribe en belleza arquitectónica y recuerdos coloniales.
Por el hecho de que esta parte de la ciudad fue fundada por los colonizadores españoles, aún sobrevive la herencia española en lo que respecta a la estructura arquitectónica de muchas casas coloniales, adornadas con piedras coralinas, fuentes y vegetación, y el espacio que no faltaba en esas viviendas: el patio español o patio central.
“La miseria reinante que permaneció en el periodo 1795-1930 no permitía realizar modificaciones a las viviendas para adaptarlas a los gustos de sus ocupantes, que se habían comenzado a definir con una nueva identidad. La vivienda en la ciudad de Santo Domingo mantuvo las características hispánicas desde su fundación a lo largo de ese tiempo, correspondiendo a una forma de vivir introvertida”, sostiene.
Empero, con el surgimiento de la arquitectura moderna, en los inicios del siglo XX, a muchas viviendas coloniales le fue impregnado el estilo de construcción criollo, que contrastaba ligeramente con el aplicado por los españoles.
Precisamente, ese fue el principal hallazgo de la investigación realizada por la maestra Silvestre, quien enfocó su trabajo en analizar las características exteriores e interiores de las viviendas coloniales y las diferencias entre las construidas por los españoles y el estilo utilizado por los dominicanos.
En sus conclusiones, la investigadora expresa que “la inestabilidad política del país durante las dos terceras partes del siglo XIX no permitía el avance social y económico de la población, y la sociedad se mantuvo estancada, dividiéndose en dos grupos solamente, la baja y la alta sociedad, a pesar de haberse declarado la República en 1844, y de comenzar a formarse la identidad del dominicano”.
De acuerdo a la investigadora, la motivación principal para iniciar su trabajo, de más de un año, fue el hecho de haber constatado que los libros de arquitectura abordaban las características de las viviendas del Centro Histórico, únicamente desde el punto de vista de su exterior.
Características de las casas coloniales
El inmueble colonial de Tapia, (antigua técnica que consiste en construir muros con tierra arcillosa húmeda, compactada a golpes mediante un “pisón”, empleando un encofrado para formarla), que era el predominante en la época de la colonia, estaba construido con muros de mampostería, piedra, ladrillos y madera; sus pisos eran de mosaicos, mientras que sus techos eran de estilo romano y de zinc. También, hay los inmuebles de Tapia con Balcón Corrido y de Tapia y Hormigón Armado.
“Las fachadas se mantuvieron simples, conservando las características medievales, encontrándose en algunas cuya posición económica durante la colonia se lo permitía, adornos platerescos sobre las puertas principales. Por el poco desarrollo económico, los materiales de construcción se mantenían iguales a los utilizados durante la colonia y el número de pisos no pasaba de dos”, señala.
La vivienda contaba con pocas ventanas al exterior y los laterales, de acuerdo a lo que pudo constatar la investigadora en el proceso de levantamiento de la información. Dicen algunos historiadores que ese estilo en la construcción de las viviendas lo adoptaron los españoles debido al temor a los ataques de las tribus indígenas.
“Entiendo además, que otra razón para que se construyeran las viviendas en ese estilo es que el español vive hacia dentro, niega la calle. La entrada principal de esas viviendas conectaba directamente con el patio y eso ayudaba con la iluminación”, concluyó la investigadora.
Hallazgo principal
La arquitecta Silvestre, quien ostenta además una especialidad en Turismo Cultural, manifiesta que al finalizar la época de la colonia no hubo cambios en las viviendas, ya que se mantenían los mismos parámetros de construcción establecidos durante el Renacimiento.
Sin embargo, con la irrupción de la llamada “arquitectura moderna” ese esquema varió y comenzaron a surgir las manifestaciones criollas en las construcciones del Centro Histórico.
“La primera vez que se produce una manifestación arquitectónica criolla, fue en el momento en que se le agregó el balcón corrido a las viviendas. Esto aconteció a principio del siglo XX”, apunta.
El inmueble de Tapia con Balcón Corrido es la primera muestra del dominicano en materia de construcción, aunque cabe destacar que se mantuvo intacto el estilo interior de las viviendas y el tipo de materiales utilizados.
La investigadora analizó el 10 por ciento de la totalidad de las viviendas de la Zona Colonial, extrayendo una muestra similar para cada una de las tres categorías de viviendas.
Durante un año, la investigadora levantó una muestra representativa de viviendas construidas entre el 1795 y el 1930. Anteriormente, participó como coautora en los libros “Guía Urbana de Santo Domingo” y “60 Años Edificados: Memorias de la Construcción de la Nación”.
LAS PRINCIPALES RECOMENDACIONES DEL ESTUDIO INCLUYEN:
1. Promover la creación de leyes que preserven el balcón corrido de las casas coloniales, por ser este aditamento la primera expresión arquitectónica del dominicano. |