En toda explicación del proceso de emancipación de los dominicanos estará el pensamiento de Juan Pablo Duarte como el referente obligado, por su condición de político de fino tacto, sus sacrificios, desvelos y entrega a la causa de la independencia.
El segundo hijo de Juan José Duarte y Manuela Diez abrazó un ideal y fue capaz de entregarse en cuerpo y alma para dejar su legado de honestidad, transparencia, decoro y de una clara visión progresista.
Precisamente, el destacado catedrático Héctor Luis Martínez hizo importantes apuntes en torno a la vida y lucha de Duarte en su calidad de guía indiscutible del pueblo dominicano.
Martínez es miembro de la Academia Dominicana de la Historia y habló para los lectores del periódico EL UNIVERSITARIO acerca de los aspectos que impactaron en el ejemplar comportamiento del patricio. El también Secretario General de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) valoró varios hechos ocurridos en Santo Domingo antes del nacimiento del patricio, que de manera indirecta incidieron en su formación futura y en su decisión de luchar por la libertad de los dominicanos.
La autorizada voz del quehacer intelectual criollo ponderó la afirmación de que en Duarte caló bastante la abnegación y lucha de hombres y mujeres formadores de las duras canteras nacionalistas y anti esclavistas.
A su parecer, esos revolucionarios, que mayormente residían exiliados en Europa, desarrollaban una gran labor contra las potencias de esos tiempos.
Al respecto, el profesor Martínez mencionó que Duarte hizo provecho de los procesos librados en el continente americano por quienes pensaban en los intereses nacionales y no en los de las metrópolis. Recordó que el mundo de finales del siglo XVIII y principios del XIX vio los enfrentamientos de Francia, Inglaterra y España por imponer su hegemonía en América.
En ese contexto se firmó en 1795 el Tratado de Basilea, mediante el cual España cedió a Francia la parte oriental de la isla de Santo Domingo. La interpretación de este tratado llevó a Toussaint L´Ouverture a unificar políticamente la isla en 1801.
Otros hitos de esta coyuntura se refieren a la dominación francesa impuesta por Ferrand en 1802 y el periodo de la reincorporación al dominio español, conocido como la España Boba (1809-1821).
Explica el maestro Martínez que, como rechazo a estas iniciativas de control político se dieron en Santo Domingo movimientos, conspiraciones de orientación antiesclavista e independentistas cuyo ciclo concluyó con la declaración de independencia de José Núñez de Cáceres, en diciembre de 1821.
Esto indica, afirma el maestro, que para ese año, inspirado en parte por el proceso de emancipación que iniciaban las colonias del continente, se expresaba el sentimiento del pueblo dominicano por oposición al dominio colonial.
Destacó que en la parte media de ese escenario de ruptura (1813), al que se suma la dominación haitiana iniciada por Jean Pierre Boyer en febrero de 1822, nació y creció Juan Pablo Duarte. De modo que, la acción revolucionaria que emprendería años más tarde no se concibe sin la influencia dejada en él por el contexto reseñado.
Agregó, que Duarte inició su proyecto independentista a su regreso al país, hacia 1832, luego de su experiencia formativa en Europa, tutelado por Pablo Pujols (un comerciante ligado a la familia Duarte Diez. De entrada procuró conectarse con el medio social y familiar. Su trabajo silente se orientó a ganar adeptos, a compartir sus conocimientos y a formarse en el aspecto militar.
Afirmó que Duarte inició su proyecto revolucionario con la fundación de La Trinitaria, en julio de 1838. Para dar este paso tomó como modelos sociedades como los Caballeros Racionales, en cuyas filas estuvieron revolucionarios suramericanos de la estatura de Francisco de Miranda; y la de Los Carbonarios, con origen en Italia, y sede en España y Francia. No se descarta la incidencia de la Sociedad Rayos y Soles de Bolívar, que planteó la independencia de Cuba en 1823, con la participación del poeta José María Heredia.
Para el maestro Martínez, el proyecto de nación de Juan Pablo Duarte está resumido magistralmente en las pocas palabras del juramento trinitario, lo que refleja su dominio del idioma. En este destaca su decisión inquebrantable de trabajar por una república libre e independiente que se denominaría República Dominicana, presenta el lema y el escudo que la identificará y la incidencia de la religión católica en los dominicanos.
Sostuvo que, junto a los fundadores de la Trinitaria, y por su inspiración, fue posible la difusión de la idea de la independencia. Y que, además, las condiciones de político astuto de Duarte y sus colaboradores se mostraron en las diferentes reacciones asumidas en el proceso de relevo de Boyer en Haití, por Charles Herard, impulsado por el movimiento de la Reforma.
En ese sentido, dijo Martínez, figuran el envío de dirigentes trinitarios a Le Cayes en procura de entendimientos con los conspiradores contra Boyer, la reacción jubilosa de los trinitarios al conocer el triunfo de la Reforma y su participación en la Junta Popular compuesta por trinitarios y haitianos en la parte Este, desde marzo de 1843.
A estos pasos tácticos, agregó el historiador, se suma el triunfo de los dominicanos contra los candidatos haitianos en las elecciones celebradas en junio de 1843 en el espacio que hoy ocupa el parque Duarte. Era el anuncio de que la independencia de los dominicanos solo era cuestión de tiempo. A partir de entonces, la reacción de Herard fue tan represiva que Duarte debió salir al exilio en agosto de 1843, mientras sus seguidores actuaron desde la clandestinidad.
Desde agosto de 1843 hasta febrero de 1844, sostiene el profesor Martínez, Sánchez, Mella y Vicente Celestino Duarte tomaron la conducción de las acciones revolucionarias. Ante las dificultades materiales y el avance de un ala de los conservadores que favorecía el apoyo de Francia, afloraron momentáneas diferencias entre estos líderes. Mientras el primero urgía a Duarte el envío de recursos “así fuera al costo de una estrella” para la causa redentora, Mella era partidario del acercamiento a los conservadores dispuestos a participar con aportaciones importantes a dicha causa.
El preludio del anuncio de la independencia está contenido en la publicación de una proclama titulada: Manifestación de los pueblos del Este de la Isla antes Española o de Santo Domingo sobre las causas de la separación de la república haitiana. De manera que, vencida la dificultad de la falta de recursos con la participación de los hateros Pedro y Ramón Santana, el 27 de febrero de 1844, convocados en la Puerta de la Misericordia, los dominicanos anunciaron al mundo su nacimiento al concierto de naciones libres, al escucharse el estruendo del trabucazo de Matías Ramón Mella.
Horas después de la proclamación de la independencia se tomó la decisión de facilitar el regreso de Duarte y su reconocimiento como gestor de aquel proceso emancipador. Hoy, para rendirle verdadero tributo, junto a todos los que han abonado su ejemplo en aras de la libertad del pueblo dominicano, solo nos queda seguir sus enseñanzas resumidas sabiamente por el maestro Enrique Patín Veloz en el decálogo siguiente:
Ama a tu patria con amor invariable y entrega total.
Ten fe en tu pueblo y en su destino.
Jamás permitas que ninguna porción de su territorio sea cedida a alguna nación extranjera.
Respeta la ley y mírala como la reguladora de las relaciones sociales.
Considera a la política como una de las más nobles actividades humanas. Ejércela con desinterés económico, justicia y patriotismo.
Considera a la libertad como lo más preciado de la vida.
Lucha por la unión de todos los dominicanos.
Considera a la justicia como el primer deber del hombre y el fundamento de la felicidad social.
Lucha por una sociedad libre de privilegios políticos o económicos que se opongan a unión armoniosa de todas las clases sociales.
Considera a Dios, a la libertad y a la patria como los supremos intereses del pueblo dominicano.