Las palabras de bienvenida a los presentes estuvieron a cargo del maestro Antonio Medina, decano de la Facultad, quien resaltó la importancia de la formación de especialistas en Diplomacia y Relaciones Internacionales. En ese sentido se refirió a los programas de diplomado y maestría que está desarrollando esa dependencia en esta materia.
Agradeció al Nuncio por su participación a través de la conferencia magistral, abordando un tema de tanto interés, como es el papel del Vaticano en el mundo de la diplomacia, además de otros aspectos relacionados con las relaciones internacionales de ese Estado.
La presentación y lectura de la semblanza del disertante estuvo cargo del coordinador del diplomado Profesor Meritísimo Nolberto Soto.
Habla el conferencista
Su Excelencia Monseñor Thaddeus Okolo inició su conferencia con la afirmación de que la diplomacia eclesial de la Santa Sede es completamente diferente de la ejercida en cualquier Estado, por su naturaleza, misión y su manera de ejercicio.
Explicó que la Santa Sede fue constituida con la misión confiada por Cristo a Pedro, de estar al servicio de todas las iglesias particulares para la edificación y la unidad de todo el pueblo de Dios, que desde su comienzo no ha sido gobernada por ningún gobierno temporal.
Describió a la ciudad del Vaticano como el Estado más pequeño del mundo; única nación en la que el número de visitantes diarios es mayor que su población, dotado de su propia personalidad de derecho y deberes íntimamente ligados a la Santa Sede, representándola en las relaciones internacionales.
Argumentó que el rol del Sumo Pontífice ha sido y sigue siendo un servicio de amor, caridad, de unidad en defensa de la verdad y de la dignidad humana, que junto a su neutralidad han ofrecido su posición jurídica en el mundo internacional. Un aporte significativo fue la explicación sobre el tratamiento de “Decano” que se les da a los Nuncios Apostólicos, el cual no es más que un reconocimiento hecho a la Iglesia Católica, por haber estado presente en el nacimiento de la mayoría de esos países.
Expuso que la Santa Sede está involucrada en la diplomacia, no por razón de competencia política e interés particular, sino para ofrecer un servicio a la Iglesia Católica y a la humanidad por el bien universal; no tiene ambiciones temporales. Además, sostuvo que pone sus experiencias de muchos siglos de la catolicidad al servicio de aquellos que quieren participar a construir un mundo donde la persona humana se sienta feliz. Es una fuerza moral que no se puede ignorar, para el bien común, para la humanidad.