Pedro Santana: golpista, anexionista, dictador, ladrón, asesino y traidor

Por Randy Rapozo | | [email protected]

25 octubre, 2017 - 10:37 AM


 

Por: Roberto Valentín

Un contra homenaje rindo al panteón / mas sin osar parlar de oveja negra / pues la ofensa ovejuna desintegra / el improperio atroz para el ladrón. / Pretenden  azuzar  con desazón / eunucos y farsantes de la historia /

el borrar de la intrínseca memoria / las páginas infaustas de Anexión.

¿Y cómo deshojar tras desaciertos / de aquel nefasto libro con entuertos/capítulos que mueven al rubor? / Amén de presunción de maleficios / nos duele que colinda entre patricios / su cuerpo con venenos e impudor.

 

En 1808, en tiempos de la batalla de Palo Hincado, cuando Pedro Santana contaba con apenas 7 años, su progenitor, quien llevaba el mismo nombre del vástago, cometió un hecho bochornoso en presencia de su familia: le cortó la cabeza al ya suicidado gobernador francés Louis Ferrad, para exhibirla enganchada de una espada por calles de El Seibo, lo que según estudiosos de la conducta contribuyó a que Pedro Santana hijo viviese una niñez traumática e influyó en su bipolaridad y su capacidad para mandar a ejecutar personas.

Esa bipolaridad fue reflejada en su carácter para conseguir propósitos-no siempre diáfanos-y en sus muestras de persona inestable, pues dimitió de la presidencia en más de una ocasión, alegando supuestos problemas de salud.

Si analizamos objetivamente el contexto histórico en prístinos y ulteriores estadios de su vida pública hallaremos algunos aportes positivos para la nación. Sin embargo,sus acciones deleznables presentan manchas imborrables e imperdonables, aunque no pocos pretenden justificar la Anexión a España y los fusilamientos de María Trinidad Sánchez y otros patriotas, así como el envío al exilio de trinitarios, tras haberlos declarado “traidores a la patria”.

¿Acaso no fue la Anexión una estocada a los principios de hombres y mujeres que sacrificaron vidas y bienes para lograr una patria independiente de toda potencia extranjera? ¿Merece un hombre de esa categoría que sus restos reposen junto a los de verdaderos patriotas que ni vendieron el suelo patrio ni instigaron fusilamientos?

Al redactarse la primera Constitución de la República Dominicana, ejerció deliberada presión sobre los constituyentes para incluir el artículo 210 que le otorgó la potestad de realizar acciones dictatoriales contra ciudadanos, sin que el mandatario estuviese “sujeto a responsabilidad alguna”.

Conceptualizaciones basadas en datos históricos nos llevan a la siguiente conclusión: además de golpista, anexionista y dictador (con dos de sus gobiernos caracterizados como despóticos), Pedro Santana Familia fue ladrón, asesino y traidor.

Ladrón porque  obligó al Congreso a permitirle apropiarse por espacio de 50 años de plantas de caoba en la isla Saona a partir de 1855, aunque esto fue abolido un año después tras renunciar a la presidencia. En 1849 había asumido la administración pública desproporcionadamente y en 1858 realizó en secreto gran cantidad de emisiones monetarias sin fondo, perjudicando las finanzas nacionales.

Asesino porque sin presumir que Santana heredó de su papá el espíritu homicida, recordemos que fue el caudillo, y no otro,  quien ordenó el fusilamiento de familiares de Francisco Sánchez del Rosario, del propio patricio en 1861, así como de otros trinitarios; hechos atroces que lo sindican sin duda alguna como un auténtico asesino.

Traidor porque una de sus posibles páginas de gloria, la Batalla del 19 de Marzo de 1844, cuyos méritos deben ser grandemente compartidos entre Antonio Duvergé y otros patricios, se vio empañada con la retirada de sus tropas hacia Sabana Buey, la misma tarde de ese día, con lo cual dejó sin defensa el campo de batalla en Azua, lo que motivó que un genuino patriota como Juan Pablo Duarte reaccionara solicitando permiso a la Junta de Gobierno encabezada por Tomás Bobadilla, para atacar al ejército invasor haitiano.

Para entonces Santana ya mostró signos de traidor al negarse a la participación de sus tropas cuando la Patria tanto lo necesitaba. Además, recordemos que como primer presidente constitucional, apenas a un mes de ejercer el mandato, traicionó a los trinitarios enviándolos al destierro. Por esta y otras razones de peso, corroboramos con quienes abogan porque los restos del general sean sacados del Panteón Nacional. En tal sentido, comparto con los amables lectores el soneto de mi autoría titulado “Contra homenaje a Pedro Santana”.

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